Esta obra representa mi historia y mi amor por Baja California, en ella dejo ver el entorno en que he crecido y del que me siento orgulloso. Está inspirada en los recuerdos de mi infancia en los paseos dominicales por la carretera escénica Rosarito-Ensenada, los cuales sigo disfrutando en cada oportunidad. Estos recorridos me han hecho testigo del crecimiento de su industria pesquera y turística. Cuando tengo la oportunidad de viajar por las costas de mi estado y degusto algún platillo de la gran variedad de pescados que ofrecen los restaurantes locales, siempre me maravillo con sus sabores y medito sobre las redes cayendo al mar y el esfuerzo de tanta gente que hace realidad la inmensa gastronomía de mi tierra. He visto crecer el Valle de Guadalupe, y me llena de orgullo presumir sus vinos. He querido plasmar en mi obra, el clima frío de la mañana en las montañas, la brisa de las costas, el cálido y quemante calor de los desiertos y valles. Para mí, Baja California es una beta de oro, semillas que día a día se siembran para ver florecer a este Estado aún en los momentos más difíciles del país. Mi tierra siempre está dispuesta a abrir sus brazos a la modernidad, con sus energías renovables como la eólica. Ese muro que recorre el norte de nuestro país lo vi transformarse, de una malla ciclónica, a lo que es ahora. Recuerdo de niña estar donde se termina el muro y se marca la frontera entre México y Estados Unidos cuando se podía caminar por la playa sin que hubiera más que una división imaginaria. Hoy ese muro representa tantas muertes de migrantes que no han logrado pasar al país vecino. Recuerdo de niña observar desde mi casa el minarete del Casino Agua Caliente que tanta curiosidad me despertaba, es por eso que lo quise plasmar como un homenaje a la historia de Tijuana. He querido dejar una obra con mi estilo abstracto, compartiendo lo que para mí es mi cariño por Baja California.